Todas las bodas a las que he asistido son bonitas y emocionantes. Cada una a su manera, todas tienen algo que las hace especiales. Pero es inevitable que algunas bodas te toquen especialmente, y la de Saray y Aitor es una de ellas.
Son una pareja simpática, cercana y fue un gozada trabajar con ellos, sus familias y sus invitados. Pero es que además les conozco desde hace tiempo al margen de mi trabajo como fotógrafo y por eso me ha hecho una especial ilusión compartir su gran día y capturarlo con mi cámara.
Asturiana ella, navarro él, tomaron la decisión de casarse en la tierra de Saray. El lugar elegido fue la ermita de San Pedro de Villanueva, una pequeña iglesia románica que era parte de un antiguo monasterio benedictino. El monasterio fue acondicionado para convertirse en lo que es hoy en día el Parador de Cangas de Onís, un entorno precioso rodeado de verde y cargado de historia.
A las 7 de la tarde comenzó la ceremonia. Como en todas las bodas hubo nervios, momentos emotivos, expectación ante la llegada de la novia, y haciendo un guiño a la región en que nos encontrábamos, también música tradicional para honrar a los recién casados a la salida de la iglesia. La lluvia nos acompañó pero eso no nos hizo perder la sonrisa ni las ganas de celebrar ni siquiera un instante.